Brescia, Pablo, Coord. Cortázar sampleado: 32 lecturas iberoamericanas. México, D.F.: Librosampleados., 2014. Pp. 236. ISBN: 978-607-96666-0-6.
Valentin González-Bohórquez
Cortázar sampleado: 32 lecturas iberoamericanas fue parte de los numerosos homenajes que se ofrecieron en distintos países a la memoria personal y la obra de Julio Cortázar en el año 2014, a un siglo de su nacimiento. La idea del coordinador del proyecto, el escritor, crítico literario y profesor argentino Pablo Brescia, fue la de convocar a un grupo de autores nacidos entre los sesenta y los ochenta a que ofrecieran sus perspectivas personales —sus “encuentros y desencuentros […] con los relatos, novelas, libros miscelánea, ensayos, poesía, cartas o hasta la misma figura de Cortázar” (9). Se requería que fueran textos breves, que no estuvieran sujetos al rigor académico ni incluyeran referencias bibliográficas, sino que representaran un acercamiento “espontáneo”, y si se quiere, emotivo, con el autor argentino y su obra. El resultado fue la inclusión de 32 ensayos-memorias con contribuciones de escritores (y profesores de literatura una buena parte de ellos también) representantes de un amplio espectro de países como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, España, México, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, algunos radicados en los Estados Unidos, España y Francia.
Con introducción de Pablo Brescia y prólogo del narrador y poeta argentino Andrés Neuman, el libro se divide en secciones que corresponden a diversos modos y tropos narrativos de Cortázar: Animales, Bibliotecas, Flujos, Poéticas políticas/Políticas poéticas, e Instrucciones, y concluye con un “Póslogo” del escritor bonaerense Fabián Casas. La lectura en conjunto de los textos (que comprende desde aproximaciones semificcionales hasta algunos que no resisten la tentación de ofrecer un análisis formal de una o más de las obras de Cortázar) denota la insistencia en uno de los tópicos de la crítica actual hacia la producción del autor argentino: la valoración incómoda, decantada, del lugar de Rayuela en la historiografía literaria latinoamericana, a más de cincuenta años de su publicación. Una buena parte de los autores menciona su parecer personal sobre esta novela, con una tendencia común a percibirla como una novela generacional, como un texto anclado al momento de su recepción. Se preferencia, en cambio, la narrativa breve, o textos a los que tradicionalmente no se ha prestado mucha atención, y en donde se hallarían las claves de un Cortázar menos efectista y experimental, pero a la vez más perdurable, y sobre todo menos explorado. De sus otras novelas (seis en total además de Rayuela), hay poca o ninguna referencia, como no sea en una u otra cita casual, o en el guiño analógico entre el título de 62 modelo para armar y el subtítulo de este libro de ensayos en primera persona.
Más allá del debate en torno a Rayuela, los autores sienten que siguen conversando todavía con Cortazar, así sea de un modo arisco o pasivo, instalado ya en una nervosidad sistémica personal. El referente de esta presencia/influencia ocurre para muchos en la adolescencia o en la infancia (Natalia Mardero, Bergua, Maria Alzira Brum, Andrea Jeftanovic, Victor Ruíz Velasco, Andrés Mauricio Muñoz…), con algunos atraídos aún con los gatos, las hormigas, los conejos, las anguilas y demás fauna cortazariana. Cada uno selecciona un cuento, una conferencia, un ensayo, una reseña, una carta, su extensa producción miscelánea, sus discos donde recita cuentos y poemas, sus fotos de las pinturas primitivistas de Solentiname, una visita a su tumba en París, o las notas de las charlas que dio Cortázar en la Universidad de Berkeley, y a partir de allí condensa el sentido de su relación con el autor.
Sebastián Antezana inicia esta conversación de amigos con la compleja y problemática relación entre el realismo y lo fantástico, para intentar avizorar dónde se ubican los relatos de Cortázar, y describe cómo —a modo de ejemplo— a partir del encuentro de los Cortázar con el gato “Teodoro Adorno” se establece una incesante trasmutación de historias en que el material de la experiencia vivida se transfiere al espacio de la experiencia literaria no menos vívida y real. Mardero regresa a estos mismos espacios que alternan realidad y ficción, como el hotel Cervantes, de Montevideo, donde se hospedaba Cortázar, y su cuento “La puerta condenada”, que se ubica en ese mismo escenario. Pero los textos, como era la intención original del proyecto, están demarcados ante todo por la instancia de la experiencia autor-lector. Así, Pablo Martín Sánchez confiesa que después de leer “Instrucciones para subir una escalera”, en Historias de cronopios y de famas, decidió cambiar su carrera de atleta por la de escritor. O Edmundo Paz Roldán quien ha reescrito cuentos de Cortázar como un homenaje al autor. O Rey Andujar, quien vive una posible historia de amor al descubrir que la chica que viaja a su lado en el autobús va leyendo Rayuela lo mismo que él. O Paul Brito para quien el relato “El perseguidor” supuso el antes y el después de sus lecturas. O Eduardo Varas C., quien se queda con Los autonautas de la cosmopista y Deshoras, los dos últimos textos dados a conocer en vida del autor, porque en ellos acomete nuevos riesgos narrativos, alejados de sus éxitos editoriales. El tono cómplice, de diálogo inacabado que sostiene la mayoría de los 32 autores con Cortázar, lo define Giovanna Rivero, quien después de consumir los demás cuentos, se queda con “Silvia”, en una nostalgia que sigue “intacta, rebelde y dorada, en esa parte del corazón destinada a amar personajes, libros o palabras” (53), mientras su gato “Cortázar” duerme encima de sus pies.
Los textos reunidos en Cortázar sampleado son una invitación a quien los lee, a los lectores nuevos y los reincidentes de todas las edades, a pensar en su propio Cortázar, en una tormenta/eclosión de ideas en la que cada quien seleccione una palabra definitoria de la relación autor-lector/a. Hablar, recordar, escribir, concordar, disentir (y, sin duda, descubrir, re-descubrir), son maneras de rendirle homenaje y de ejercer nuestra propia función actualizadora. Quizá en medio de ello, como diría Ana Merino, nos encontremos con “Cortázar convertido en cronopio para que le queramos y no se sienta tan solo en su cumpleaños” (223).
(Publicado en Hispania. Volume 99, Number 2, June 2016. John Hopkins University Press)